La angosta negrura se cernía sobre él. El grito desgarrador de un lobo no hizo más que agrandar la inquietud de su corazón. Todo estaba ya consecuentemente preparado; las velas en forma de estrella, un monje de capa negra que presidía el acto, la muchedumbre susurrante portando también capa aunque de distinto color, y una pila donde debía suceder todo.
El monje con su cutural voz de ultratumbla le habló:
- Acércate aquí a la fuente de la sabiduría máxima Fangarian hijo de Oblivion, ¿vienes aquí libre y voluntariamente?
- Si, lo hago, -- pronunció el chico
- ¿Juras lealtad a la causa y a tu Jefe Supremo aunque en el intento te alcance la muerte?
- Si, Juro
- Desde este preciso instante serás coronado como político del Partido Azul. Podrás expropiar, confiscar, malversar caudales públicos y cometer todo tipo de tropelías si tu Jefe Supremo te lo manda. Anda y sírvete de tu pueblo que espera tu advenimiento.