miércoles, 22 de febrero de 2012

"Amor", proyecto para adictos a la escritura mes de febrero


Tengo muchos nombres, aunque me identifico más con el de Amor; ya sé que es un poco “rarito” para un Dios como yo, pero así es como me llamo. Los griegos, que son muy apañados, me llamaron Eros, pero como más se me conoce es por su acepción romana, Cupido. 
Estos romanos me describían como un pequeño bebé alado en pañales con arco y flechas, pobres infelices, yo ni soy un bebé cagado ni utilizo ya arco y flechas para la ardua y a veces aburrida misión que mis padres me encomendaron al nacer, unir en el sentimiento amoroso a seres humanos (ya sea hombre y mujer, hombre y hombre, o incluso mujer y mujer, según la ocasión; no hago distinciones pues en ciertas culturas se encuentra penado por su Ley la discriminación por razón de sexo y, qué queréis que os diga, no es manjar de dioses que me manden a prisión y compartir mi existencia con ladrones, asesinos y malhechores, y mucho menos, ducharme con ellos). 
Yo soy un hombre adulto como cualquier humano, con bastante atractivo diría yo, pero con la salvedad de ser inmortal y de poseer poderes extraordinarios intrínsecos a mi cualidad de dios; el arco y la flecha fueron sustituidos, afortunadamente, a iniciativa propia después del fiasco que produjo al errar mi flecha uniendo, sin pretenderlo, amorosamente a una mujer rechoncha y poco agraciada físicamente con un perro faldero de hocico negro y boquita babeante; el que salió peor parado os podéis imaginar fue el perro, por polvos mágicos que dispensaba a uno y a otro previamente elegidos por mí para que el deseo anidara en sus corazones.
  Han dicho de Cupido muchas falacias con mejor o peor intención, como que no valgo para esto o me equivoco más que una escopeta de feria, pero se debe reconocer aun con los fallos que de seguro he cometido, mi dedicación a la causa. Las relaciones humanas son  enormemente complejas, existen multitud de factores, yo lo asemejaría a un puzzle gigantesco de un millón de piezas a las que debes encajar al milímetro una a una para que todo vaya como tiene que ir, y eso es una sola pareja, porque cuando se me acumula el trabajo y debo unir a cientos de ellas es la hecatombe, el “no-acabose”; si fuese humano se forrarían conmigo los psiquiatras especializados en estrés.
Tengo el tremendo honor de haber unido a parejas famosas que han formado parte de la historia; ahora me vienen a la mente la primera, Adán y Eva, así se les conocía, aunque ellos en la intimidad de su lecho se autodenominaban Pepito y Juliana; no me preguntéis la razón, me costó arduos esfuerzos, y debo reconocer alguna que otra cana, que se gustaran ya que estaban más pendientes de una manzana roja y brillante y de su mascota, una serpiente repulsiva, que de otra cosa.
Entre mis logros también se encuentran el bajito y bastante feo Napoleón con Josefina; fue duro pues Napoleón se llevaba todo el santo día de batallitas o jugando con sus soldaditos de plomo. 
Con el trabajo de Cleopatra y Marco Antonio me he sentido siempre muy orgulloso; eran tan diferentes que resultaba hasta patético el plantearse esa labor, una la reina de Egipto, chiquitita pero con enorme atractivo, el otro un petulante y orgulloso general romano; no pegaban ni con cola. La cosa acabó en tragedia, pero decidme alguno si merece la pena el amor sin plantearse, al menos un instante, morir por él.
Bill y Hillary Clinton, así como el “affaire” con Mónica Lewinsky, por ejemplo, también son de mi cosecha; todos me podréis achacar mi  desliz y mal hacer en este asunto, pero todo tiene su explicación. A Bill, la primera vez que lo ví no me cayó demasiado bien, su aire de chico que no había roto un plato en la vida y su ambición desmedida por conseguir ser alguien importante, el más importante de todos, hicieron que pensara decididamente que no le vendría nada mal una cura de humildad; reconozco que fue un divertimento para mí, una distracción de mi monótona función, pero creo firmemente que se lo tenía bien merecido y le hizo mejor persona.
Podría contar miles, millones de historias, pero ahora me voy a detener en una; nunca la oísteis antes pues se refiere a la unión de una pareja anónima, son mis favoritas. En los años noventa había dos personas que necesitaban consuelo, eran dos personas excepcionales, cada una con sus virtudes y miserias pero igualmente excepcionales, los llamaremos figuradamente Romeo y Julieta.
Romeo, un hombre de veintitantos años con relaciones de pareja fallidas en el pasado, en la intimidad reconocía que nunca conocería al amor de su vida; y Julieta, una chica de diecinueve años sin ninguna relación anterior en su haber, pero con ganas de encontrar al hombre maduro que la comprendiera. Lo preparé todo para que se conocieran en circunstancias algo extrañas; ni Romeo ni Julieta iban a salir aquella noche, tenían excusas muy buenas para quedarse en casa; para Romeo era que televisaban un partido de su equipo favorito; para Julieta simplemente le daba mucha pereza salir aquella noche de fiesta.
A Romeo lo llamó un amigo convenciéndolo de que saliera, al prometerle un ligue seguro en una fiesta organizada por la facultad de  Ciencias de la Información; a Julieta la llamó una amiga estudiante y le solicitó ayuda, pues necesitaban llenar la fiesta para poder visitar Praga en viaje de fin de curso. Romeo se enamoró al instante al ver aquellos ojos grandes color miel de Julieta; a ella le costó algo más fijarse en Romeo, y aunque en ese momento no lo supiera, ya empezaban a gustarle las maneras educadas de Romeo, su galantería y su forma de manejarse ante una mujer. Para mí fue una satisfacción enorme. Ambos, sin pretenderlo, habían conocido a su media naranja, a su otro yo, a la parte que los completaba. Estarán siempre juntos hasta el final de los días.  
Ya me despido que me pongo sentimental y puedo resultar pastoso, pero no quiero marcharme sin antes ofreceros un consejo gratuito: no desfallezcáis en el intento de conseguir el amor, no os conforméis con personas que no os valoren ni os respeten; tarde o temprano el amor os llegará y os vencerá. Si es verdadero lo sabréis.

14 comentarios:

  1. Hola;
    Muy bueno y divertido tu relato.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola Jacstite!
    Tengo que decir que el tono desenfadado de tu relato me ha gustado, y sobre todo lo que se refiere a la última pareja, la anónima ^^

    ¡Un beso!

    ResponderEliminar
  3. Es como que Cupido se puso a escribir en un diario o su biografía, entretenida propuesta, gracias por compartirla :)

    ResponderEliminar
  4. Muy ingenioso tu relato, las historias contadas por el propio Cupido son muy divertidas. Me gustó saber sus opiniones sobre determinadas parejas jaja. La reflexión final está genial, muy buen consejo para no apurarse ni desesperar!!
    Un placer leerte!!

    Saludos!!

    ResponderEliminar
  5. Original e ingenioso relato con un desenlace realmente amoroso.Para mí,que el mejor trabajo de Eros-cuando Grecia era Grecia-es el de la pareja anónima.Por cierto,una extraordinaria pareja a la que me honro en conocer y a la que deseo larga vida y felicidad.

    Qué bueno escribir del amor y saber expresarlo sin ambages en estos tiempos que corren.

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  6. Muy divertido y original, relajante, después de los anteriores relatos, muy bonitos pero algo tristes y oscuros.
    Lamentablemente, yo hace unos 18 años que dejé de creer en el amor, después de una decepción detrás de otra. Y dudo mucho, que a estas alturas de mi vida vuelva a creer, me inclino a pensar que no.
    Pero tu relato es genial. Como los buenos vino, se nota, como vas mejorando con el tiempo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Me ha gustado y mucho. Sobre todo porque cada historia de amor de cualquier persona del mundo, sin importar famosos y el último mono de una ciudad enana, puede ser una fascinante e inolvidable historia digna de contar y recordar.
    Tu último consejo me lo quedo para una parte de mi vida, ¡gracias!
    ¡Un besito!

    ResponderEliminar
  8. Créeme Jacstite, es mejor tomar el amor humorísticamente, porque de otra manera ...lloras.
    Muy entretenido tu relato, menos la última parte, que se me hizo un tanto común y repetitiva.
    Cariños: Doña Ku

    ResponderEliminar
  9. Un relato muy expresivo, excelente. Solo un detalle y no es reprimenda ni nada, tu relato me parece maravilloso, quizás lo sabías y sólo quisiste darle un matiz diferente; Eros es el Dios del amor de hombre por hombre (lo sé porque soy fanática del yaoi XD), y la Diosa griega hacia la de amor de hombre por mujer, tengo tanto sueño que no me acuerdo el nombre tan conocido de ella, la griega esa jajaja. Fuera de eso, yo te felicito, sobre todo por la escopeta de feria, me reí mucho con eso.

    Saludos~

    ResponderEliminar
  10. Me ha resultado tu relato muy entretenido y divertido :) Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar
  11. Oh cupido.. !! Me encantan como cuenta las historias de amor, es muy divertida esa faceta de cupido.
    Besos :)

    ResponderEliminar
  12. Interesante tu propuesta, un relato diferente al estilo de un diario, fue muy original. Me gustó mucho

    ResponderEliminar
  13. Me ha gustado el tono humorístico que le has dado a tu relato, muy interesante. Después de tantos años repartiendo amor, es normal esa actitud y queda muy bien, así como apelar a romances conocido, y el último, anónimo y que podríamos ser cualquiera. Está muy bien. Besos

    ResponderEliminar
  14. ¡hola! ¡genial y divertido relato! :)y al final tiene su parte de reflexión :)

    ResponderEliminar

IMPORTANTE:
Los comentarios están sujeto a moderación, no se publicarán aquellos comentarios ofensivos o que atenten o pudieren atentar a los derechos de intimidad de terceras personas. El autor del blog únicamente se responsabiliza de los artículos que el mismo elabore y publique pero no de los comentarios de otras personas que se viertan en el blog.