viernes, 6 de abril de 2012

Imsonnio


DOOOONNNGGGG

Suena el replicar de la campana del reloj del salón a lo lejos, es la una de la madrugada; me encuentro en la cama. Estoy sólo, acurrucado, con los ojos bien cerrados pero no puedo dormir; los pensamientos se me arremolinan en mi cabeza como en un día de ventisca. Los problemas del trabajo y de mi vida se enraízan en la mente y no dejan que ésta quede en blanco; es en estos momentos en los que me gustaría ser un robot y poder apagar mis neuronas con sólo darle al off del power. 
Necesito dormir lo máximo, descansar; lo que se avecina para dentro de unas horas será duro, estaré echo una piltrafa si no logro soñar profundamente, pero no puedo.
Se dibuja sin querer la figura de mi amada Emilia en mi cabeza, su piel de nácar, su cabello suave, sus ojos redondos mirándome llenos de pasión, su vientre plano, su todo; ¿que hice para que se marchara?, ella me quería, se reía con mis chistes, disfrutaba de mi compañía, ¿que demonios pasó para que todo cambiara?; y luego aquel cliente borde del que nunca recuerdo su nombre que entra siempre en mi tienda de ferretería a la hora de cerrar para pedirme unos tornillos planos, “no, esos no; ¿no los tienes más planos?”. Pienso en él y en su cara estúpida e inexpresiva, en su grasiento pelo que no se lo ha lavado al menos en un mes y me entran ganas de vomitar. 


DOOOONNNGGGG-DOOOONNNGGGG

Son las dos de la madrugada, la dichosa campana del reloj del salón vuelve a sonar y aún no logro dormirme; intento imaginarme un prado verde en una tarde de verano soleado o un mar en calma mientras el sonar apaciguado del agua aquieta mi corazón, me encuentro más sosegado, más tranquilo diría yo, pero sigo sin conciliar el sueño y sin atisbo de poderlo encontrar. 
Lo de contar ovejas nunca me funcionó, alguna vez escuché a cierto amigo que el contar pitufitos azules era mano de santo. No tengo nada que perder; papá pitufo, mamá pitufo, ahh no, esa no vale, una mamá pitufo no existía entre los especímenes azules con gorrito en la cabeza; siempre me pregunté como se pueden reproducir tantos pitufos sin que los haya del género femenino, a excepción claro está de pitufina, ¿por generación espontánea?. Misterios sin resolver del mundo pitufil.
Y dale con Emilia, no quiero pensar en ella. Ciertamente, esa mujer me ha marcado para siempre, era especial, con sus cosas como todo el mundo pero igualmente única. Tenía un carácter insoportable cuando se enfadaba, y luego estaba su afán por el desorden; cuantos más trastos hubiera en la casa dispuestos aleatoriamente ella era feliz. Pero la amaba y lo demás no importaba. 
Entre una cosa y otra parece que sigo sin ser capaz de abrazar los suaves brazos de morfeo más que lo intente.
 
DOOOONNNGGGG-DOOOONNNGGGG-DOOOONNNGGGG

Dios, no puede ser, ya son las tres de la madrugada. Aun sigo acurrucado y a oscuras pero de manera incomprensible mis pensamientos que no dejan de aflorar, cual animales voraces, no permiten que duerma.
Aquí, en la cama, me acuerdo de mi padre, fallecido hace dos años. Recuerdo sus bromas, su mal genio pero también su enorme corazón que no le cabía en el pecho. Él me enseñó a ser lo que ahora soy, los valores que rigen mi vida fueron heredados directamente de los suyos. Me enseñó bien, me ayudó con la tienda, me labró un futuro, me llevó por el camino recto, y en los tiempos que corren no es una misión fácil. Le estaré eternamente agradecido. Sólo me arrepiento de no haberle transmitido en más ocasiones que le quería.
Porqué tendré que pensar en la muerte con lo poco que me gusta; ¿que hago aquí?, ¿cual es la razón de estar vivo?, ¿existe algo después de morir?. Existen diferentes y variadas teorías sobre si hay vida después de la muerte. Las distintas religiones exponen el concepto de “cielo” aunque con nombres dispares que lo identifican; los budistas hablan de la reencarnación para expurgar los pecados de vidas pasadas; y luego están las experiencias en el umbral de la muerte, el túnel de luz, la paz infinita y el visionado de parientes cercanos que nos guían para ese nuevo viaje y todo ese rollo. Los más pesimistas dicen que lo del túnel de luz es una sensación fruto de un mecanismo de defensa primitivo que posee el cerebro para que no suframos en estos últimos instantes mientras se mueren poco a poco las células neuronales. Vamos, que estamos en las mismas, ninguna de ellas me aclara que pasa finalmente. Antes creía en Dios o algún ser superior que vela por nosotros en la tierra, pero ahora no estoy tan seguro, no estoy seguro de nada en absoluto. Mi cabeza me dice que después de la muerte existe la nada, la única manera de que los seres vivos evolucionen pero, si es así, ¿cual es la razón de tanto esfuerzo y sufrimiento en nuestra vida?, ¿tiene sentido esta realidad?, ¿porqué mis padres me engendraron si el final es ese?
Voy a poner mi mente en blanco, estos pensamientos metafísicos me deprimen angustiosamente. Se muy bien que tendré que afrontar todo esto algún día, crucemos los dedos de que sea lo más tarde posible, pero ahora mismo me niego a discernir sobre ello.
Por cierto, desde la última vez que escuché el dong del reloj del salón ha pasado un largo rato y dormido, que yo sepa, no estoy. Supongo que en breve sonará y se despejaran mis dudas, pero lo raro es que la sensación es que han pasado una hora o más. ¿Se habrá estropeado el reloj?. Si así fuese sería una bendición para mis oídos aunque a la larga lo echaría de menos. No, es imposible, fue reparado hace ahora unos tres meses y el relojero me aseguró que hasta pasada una buena temporada no tendría que llevarlo a reparar. Lo raro es que intento moverme y no puedo, ¿estaré dormido finalmente y esto que estoy sintiendo es el resultado de un macabro sueño?, ¿y si la muerte o el purgatorio, o como demonios se llame, fuese esto?.

5 comentarios:

  1. Que bueno el relato!! Pobre!! Con todas esas cosas en la cabeza, no me extraña que no duerma. ��
    Por eso, yo me acuesto a las mil, para no tumbarme y estar dándole vueltas al coco.
    Buena idea, lo de contar Pitufos, a mi lo de las ovejas tampoco me funcionó nunca, probaré con los Pitufos, a ver! ��
    Cada vez mejores tus relatos. Ánimo y sigue así!!
    Un abrazo

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  2. María muchas gracias, comentarios como los tuyos me hacen muy feliz. Ahora, si te gustó este quizás mi próximo relato que se publicará el 14 de abril te guste también. Muchas gracias.

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  3. Muy bueno. Hay noches que también me cuesta un mundo dormir, no creo que lo de los pitufos me sirva.
    Un abrazo

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  4. José Antonio: El protagonista de tu relato es compañero de mi mismo dolor, pues tengo por lo menos cuatro años padeciendo de insomnio,el maldito se me presenta una noche si y otra también.
    Muy ameno tu relato y bien llevado, pues describes bien lo que pasa en esas horribles noches de vigilia.
    Un consejo,trata de no repetir tanto el "me y mi". Por ejemplo, dices:"no me puedo dormir; los pensamientos se me arremolinan en mi cabeza". Puedes decir: "no puedo dormir, los pensamientos se arremolinan en mi cabeza" y tiene el mismo sentido.
    Con cariño: Doña Ku

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  5. Escribir un relato corto siempre me ha parecido algo extremadamente difícil. Conseguir crear una pequeña historia donde todo encaje de principio a fin, supone dominar la técnica, por un lado, y, por otro, tener la inspiración y la necesidad de transmitirlo.Por eso queria felicitarte por tu trabajo. Mi admiración por saber jugar con la magia de las palabras y comunicar, transcendiendo así la pura anécdota.
    Tu relato bien pudiera titularse "el último sueño". Me ha recordado un poema del mismo título de Eugenio de Nora. En uno de sus versos dice: "Como dormidos viven los hombres. No lo saben".
    La vida y la muerte, el sueño y la vigilia. ¿La muerte nos sumerge en el sueño eterno o nos despierta a otro mundo? ¿No será esto que vivimos parte del sueño del que sin duda un día debemos despertar?...
    Gracias por regalarnos tus relatos. Sigue creando mundos para los que amamos sumergirnos en ellos.

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