No fue hasta mis 17 años de vida cuando empecé a comprender que todo tenía una explicación y que el cerebro humano era lo suficientemente complejo como para, si nos lo proponíamos con todo el tesón y la fuerza, poder mover objetos, transmitir y que te transmitan a distancia pensamientos de otros, o simplemente hacer que ocurran cosas que quieres que sucedan, si todo esto lo veías escrito en un libro estaba bien, era un tema de debate entre amigos, pero que eso que lees puedas experimentarlo en primera persona es verdaderamente alucinante, y eso fue lo que me ocurrió cierto día cuando me disponía a entrar en el aula para la realización del exámen final de Biología de 3º de B.U.P.
Debo reconocer que por esas fechas estaba más interesado en las chicas y la curiosidad que podría proporcionrme el estudio de la anatomía humana femenina que en lo verdaderamente importante, aprobar las asignaturas, vamos que si yo fuera profesor no tendría posibilidad alguna de sacar siquiera un cinco raspado con la poca dedicación que le había prestado. Fue el nerviosismo del momento o la ansiedad de observar que en breves minutos debía hacer un exámen del que no estaba preparado que pensé, bueno más bien pensé muy muy fuerte y con una intensidad nunca ántes utilizada por mí, en la idea de que sería bueno que se suspendiera el exámen, por Dios que alguien llame al Colegio con amenaza de bomba. Lo pensé y no hubieron pasado más de un minuto o minuto y medio que una vez sentados todos y preparados para empezar, un empleado del Colegio acompañado de nuestro Director empezó a desalojarnos a la voz de ¡TODOS FUERA PERO YA!. Ante tal insistencia, mis compañeros y yo empezamos a salir del aula con rapidez inusitada y pregunté a los que pude teniendo en cuenta el revuelo formado que qué pasaba, cual era la razón de salir de esa forma, y fue alguien del que ahora no recuerdo el que nos dijo casi sin despeinarse que había amenaza de bomba.
Amenaza de bomba, estas palabras retumbaban en mi mente cual martillo pilón, amenaza de bomba, no podía creerlo, me quedé patidifuso, no pude reaccionar por un instante hasta que comprendí que lo que había deseado con tanta insistencia se había cumplido, era evidente para mí que entre las muchas virtudes que podía poseer, quizás no tantas como yo creía, una de ellas era ésta, tenía un poder como los héroes de comic que con tanta insistencia leía en mi infancia, no podía volar como Superman ni suspenderme por las cornisas como Spíderman, pero podía hacer realidad los pensamientos, poder igual difícil de controlar pero si me lo proponía y con algo de práctica francamente productivo.
Recuerdo que por esas fechas me afanaba por practicar nuevamente este poder mío pero no sabía en que utilizarlo, debía ser cauteloso, probablemente si lo usaba indebidamente podría tener consecuencias nefastas para la humanidad. Despues de mucho imaginar situaciones en que poner en práctica tales aptitudes, decidí finalmente dedicarlo a cuestiones más mundanas que la paz en el mundo o la ausencia de hambre en la tierra, opté por pensar, pero muy muy fuerte, en la chica más buena del Instituto, el término buena referido no en cuanto que diera de comer a los pobres o prestara limosnas a los que menos tenían, buena de que estaba para comérsela enterita vamos, ya me entendéis, y que esta chica debía enamorarse de mí sin remisión.
Estuve pensando un día, y otro, y otro,y otro más, y cuando lo hube pensado volví a pensarlo de nuevo, pero aparentemente nada ocurría, yo me pavoneaba cerca de ella, la sonreía y le echaba miraditas lascivas, y ella como venía sucediendo con anterioridad seguía ignorándome, luego me enteré que estaba saliendo con cierto chico dos años mayor que ella, jugador profesional de futbol en ciernes, con grandes patillas y pelo a lo guti, supongo que mi poder, o no estaba todavía afinado del todo o que lo que pensé era materialmente imposible con esta carita que Dios me dió, lo cierto es que a partir de entonces algunos pensamientos pensados fuertemente como los de ese primero se han convertido en realidad, quizás pocos en número, pero únicamente los que el "poder" ha tenido a bien que así fuese, no me preguntéis la razón pero así ha sido, y así os lo he contado.
Si hasta ahora os ha parecido escalofriante lo aquí relatado, debo aconsejaros que a partir de este momento leáis esto bien sentados y con todas las luces de la habitación encendidas, pues lo que me aconteció una madrugada de frío invierno a la edad de 19 años sólo en la casa de la playa, podría perfectamente definirse como "acojonante", expresión vulgar pero que describe sencillamente lo vivido por mí ...(seguirá en el próximo capítulo de "Mis experiencias paranormales") .